Entrevista de Lirians Gordillo Piña
En 2008 se iniciaron las Jornadas Cubanas contra la Homofobia. Desde entonces hasta la fecha, el programa de actividades ha crecido y diversificado, integrando cada año nuevas propuestas. El alcance nacional, la participación cada vez mayor del público y la visibilidad de las demandas de la población LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros) son algunos de los resultados principales que hoy expone este evento anual, que en seis ediciones pasó de la celebración de un día a la programación de todo un mes de acciones culturales, académicas, sociales y de activismo cívico. Este debate, titulado Jornadas Cubanas contra la Homofobia: una mirada de futuro, reúne los criterios de tres reconocidos activistas: el periodista Francisco Rodríguez Cruz, la editora y bloguera Yasmín S. Portales Machado y el crítico de arte Norge Espinosa. A partir de estas voces se ofrece una mirada plural, crítica y comprometida sobre el impacto y futuro de las Jornadas.
Lea la entrevista a Francisco Rodríguez Cruz en su blog, la de Yasmín S. Portales Machado en su blog
1. ¿Cree que las Jornadas Cubanas contra la Homofobia han contribuido a una mayor inclusión social de la comunidad LGBT en el país? ¿Por qué?
La respuesta, al menos en un gran porcentaje de ellas, es sí. Las Jornadas Cubanas contra la Homofobia eran el paso que muchos, francamente, no esperaban del Cenesex, que hasta ese momento se había caracterizado por un quehacer más discreto y cauteloso. La irrupción en el espacio público de esa estrategia, que además ha ido creciendo y modificándose con el paso de los años, ha servido para entender en una dimensión más específica el impacto de lo hecho y las carencias que aún deben ser analizadas en pos de nuevos acuerdos.
Irónicamente, también puede decirse que las propias Jornadas han servido a los sectores homofóbicos para ganar una visibilidad que antes era cosa de corrillos y hoy, tras los primeros gestos a favor de una imagen más diversa del deseo y los deseos de la Nación, ha alcanzado espacios cibernéticos, correos electrónicos, etc., que confirman cuán arraigados están los prejuicios. En ese sentido, las propias Jornadas deberían reaccionar con mayor eficacia ante tales manifestaciones, organizando maniobras que respondan más directamente a esas protestas, emanadas desde diversos espacios de poder que, en no pocos casos, son dueños de un criterio que alcanza no pocos sectores de nuestra población. Conformarse con lo hecho no basta, y organizarse mejor es un entrenamiento que debería sernos más común. Hoy por hoy, las Jornadas son ese instante del año en el que coinciden muchos conflictos, y al paso callejero de trans, gays, lesbianas y demás miembros de esa comunidad, se suceden los comentarios que insisten en atavismos y recelos contra los cuales deberíamos actuar más desembozadamente.
2.Varias han sido las demandas de la comunidad LGBT realizadas en el contexto de las jornadas ¿Cuáles han sido las más significativas a lo largo de estos cinco años? ¿Cuánto se ha avanzado —o no— en la resolución de esas demandas?
Las demandas son muchas< las respuestas y los logros, no tanto. La negativa, durante el reciente censo de población, a contar en dicho repaso de nuestra nación a parejas de gays y lesbianas, da fe de cuánto falta. El anteproyecto de ley que debería llevar a una discusión política el estatus de la comunidad LGTB en Cuba, así como una revisión de leyes acerca de la violencia de género, se hace esperar, y mientras tanto, naciones mucho más homofóbicas o retardadas en otros asuntos de nuestro propio ámbito, han sido más progresivas que esta sociedad socialista.
Creo que se echa de menos una labor más abarcadora que en tanto pueda, en efecto, como se hace, defender los derechos del grupo trans, también piense en otras partes de dicha comunidad, e incluso sirva para acoger a quienes no formen parte, por derecho auténtico y propio, de los grupos que el Cenesex u otras entidades van amparando en el país. Si en este momento de lucha la unión y la cohesión entre gays, lesbianas, transexuales, paciente de Vih/sida, etc., es crucial para que las demandas básicas funcionen en términos más visibles, también es imprescindible tomar el pulso a todas esas otras voces, a fin de que la diversidad no sea solo escudo que proteja a algunos, al tiempo que deja sin igual cobertura a otras y otros.
Es imprescindible sacar la discusión a espacios públicos más conflictivos, y estar atento a injusticias y silenciamientos que no están únicamente justificados por la formación machista y homofóbica que padecemos, sino también por políticas que siguen funcionando desde planteamientos medievales. Y en eso, aún, hay mucho por hacer.
3.En estos años, ¿cuáles serían los principales resultados que avalan el impacto de las Jornadas Cubanas contra la Homofobia?
Sacar la lucha a la calle es lo fundamental en lo logrado; mantenerla como un punto vivo en la agenda nacional, para que no se cree una imagen pasajera del asunto, es tarea aún por completar de modo más firme.
Es difícil hablar de algo que es aún un verdadero work in progress, porque cada año se van sumando elementos nuevos y, también, hay que decirlo, se lucha contra la falta de apoyo que a veces parece recrudecerse. En términos de producción, por ejemplo, cada vez resulta más complicado contar con los apoyos que deberían tener acciones como las del Pabellón Cuba, la gala del Karl Marx y otras, que se hacen mediante el esfuerzo y el sacrificio de muchos, y ya sin el apoyo institucional con el que se contaba en las primeras ediciones. El proyecto, que debe seguir creciendo, tiene ante esa dificultad un reto mayúsculo, y sugiero que se cree una coalición entre las diversas entidades que colaboran con la Jornada para hacer más sólida la respuesta a ciertas necesidades. Desde mi papel, en la UNEAC, que me apoya en la programación que organizo al respecto y que hasta ahora ha sido verdaderamente eficaz, trato de solicitar al Cenesex la menor cantidad de cosas posibles, porque sé cuán arduo resulta lidiar con asuntos de transporte, alimentación, etc.
Hora es ya de que este proyecto cuente con una oficina propia y un equipo de trabajo que, a lo largo de todo el año, se concentre en este programa y en cómo extenderla durante los restantes meses.
4.¿Qué nuevas estrategias o acciones podrían fortalecer este evento anual?
Lo esencial sería promover la lucha a escala mayor, lograr el convencimiento de aquellos que, teniendo una fuerza moral, política, etc., puedan airear el asunto cada vez de modo menos efectista y más orgánico.
Saltar del discurso de salud –sin dudas necesario, pero no tan abarcador como lo que la propia Jornada ya necesita–, a la coexistencia con otros discursos; eludir la imagen de una comunidad LGTB como una masa plana y no metodológicamente diversa; aprovechar la creatividad de sus miembros para dinamizar la circulación de ideas y maniobras; salir de los espacios protegidos para dialogar sobre el tema en territorios menos «amables», dilatar las zonas de alcance e intercambio de información, sin rechazar de antemano lo que otras experiencias, otras teorías, están incorporando a esta batalla, incluso en naciones cercanas al proyecto de izquierda, como el ALBA, a fin de crear una red de contacto verdaderamente movilizadora, son algunas de las cuestiones impostergables.
Lo más difícil, ahora mismo, es hacer que a través de la prensa, la escuela, la familia, y todo aquello que mueva patrones y conceptos esenciales, se asuman los costados más verdaderamente «diversos» de este acontecer, con la suficiente claridad acerca de cómo abordarlos, para eludir fricciones innecesarias y nuevos arranques de queer panic, como el desatado por la Iglesia y algunos medios de prensa, acerca de un mesiánico fin de la familia, anunciado en varias ocasiones cada vez que empieza a promoverse la Jornada. La televisión sigue cortando besos y muestras de afecto entre personajes gays y lésbicos, al tiempo que continúa promoviendo estereotipos generalmente regresivos.
Es necesario que muchas otras voces, otros activistas, otras personas responsabilizadas desde hace mucho con este quehacer, también sean escuchados. Respetar una tradición de lucha, desde el presente de la lucha misma, no hace sino fortalecer y dignificar esa batalla. Que la diversidad no sea solo un asunto sexual, sino de libertades, espacios y deseos que en su reto y en el reto que plantean al espectro nacional, se haga provechoso para todos como idea de la Nación, más allá del anhelo sexual de cada uno.
Tomado de Diversidad Sexual SEMLac
Pingback: Desde New York 3: #LOVEWINS y es día de fiesta | Proyecto Arcoiris