Crímenes de odio y personas LGBTI en Cuba: derrumbando el silencio

Hablar de crímenes de odio en Cuba resulta complejo. Escasa información científica, poco debate público, ausencia de estadísticas y leyes que lo tipifiquen son algunas de las principales limitantes. El Debate Crímenes de odio y personas LGBTI en Cuba: derrumbando el silencio reúne los criterios de Alberto Roque Guerra y Maykel González Rivero, activistas por los derechos de la población LGBTI que han manifestado su preocupación respecto al tratamiento mediático y policial de hechos violentos contra personas homosexuales y transgénero.

Imagen tomada de www.insurrectasypunto.org

Imagen tomada de www.insurrectasypunto.org

¿Puede hablarse de crímenes de odio por homofobia en Cuba? ¿Por qué?

Alberto

Aunque en Cuba no están tipificados, teóricamente ni desde el punto de vista criminalístico, los crímenes de odio por ningún motivo, sabemos que han ocurrido casos donde la víctima –o las víctimas– han sido lesionadas o asesinadas por su orientación sexual o identidad de género cómo móvil del crimen.

Maykel

Quienes han sobrevivido a estos crímenes pueden dar testimonio y suelen darlo. Las trans golpeadas por causa de su identidad de género no son escasas en Cuba. Paradójicamente, no solo los medios evaden estos relatos, también las estadísticas ignoran esta noción, acaso en coherencia con la política de evitar guarismos problemáticos. Pero las personas LGBTI sí tenemos información sobre crímenes de odio que afectaron a gente cercana. La mayoría permanecen sin resolverse, salvo que las consecuencias de la agresión fueran extremas. Suele ejecutar un crimen de odio alguien que no tenía ninguna relación con la víctima. A menudo no son crímenes utilitarios, sino simbólicos.

¿Cree que en el contexto cubano se conoce a cabalidad el significado de este término? A su criterio, ¿qué elementos resultan vitales para comprender este tipo de crimen?

Alberto Roque Guerra, Médico, Especialista en Medicina Interna, Diplomado en Cuidados Intensivos y Maestrante en Bioética

Alberto Roque Guerra, Médico, Especialista en Medicina Interna, Diplomado en Cuidados Intensivos y Maestrante en Bioética

Alberto

No se conoce a cabalidad. Nuestros agentes del orden, los operadores del Derecho y los especialistas en Criminalística siguen tipificando estos crímenes como pasionales, lo cual resulta peligroso, pues así se considera una atenuante. El propio Código Penal es ambiguo en este sentido y propicia cierto grado de impunidad ante hechos violentos de carácter psicológico y físico, en relación con el género y la sexualidad.

Por crimen de odio se comprende todo tipo de agresión física o verbal a una persona o a un grupo humano motivada por uno o varios estigmas identitarios (orientación sexual, identidad de género, ideas religiosas, origen étnico, color de la piel, entre otros). En el caso de la homofobia, el crimen es por la orientación sexual, pero pueden combinarse en una misma persona varios móviles, por ejemplo: mujer transexual, negra, que siente atracción por otras mujeres, que vive en la capital después de haber emigrado de un pueblo rural de las provincias orientales.

Muchas veces se piensa en homicidio cuando se habla de crimen de odio, pero se sabe que también se incluye la agresión psicológica perpetuada, que puede o no llevar al desenlace fatal.

Maykel

El crimen de odio sigue ausente del código penal cubano. La agravante que implica esta clase de crimen no ha sido contemplado por nuestros legisladores. Un crimen de odio será, para nuestras leyes, cualquier crimen. Como si las razones que conducen a la agresión no resultaran muy particulares en este caso. El delincuente común, utilitario, posee características distintas a las del delincuente simbólico. Para comprender las implicaciones del crimen de odio, hay que sopesar, además, todas las implicaciones culturales que han signado el devenir de la sociedad. Se trata, visto así, de un crimen aupado por la lógica histórica de los dominadores empeñados en marginar y reducir a las otredades.

Recientemente, escuché un razonamiento muy sagaz: la transfobia se parece más al racismo que a la homofobia. Se discrimina ahí por causa de la apariencia. Hay un estigma, una señal, un indicio visible de que estás fuera de la norma dominante. Eres incomprensible –parece decir el agresor- y, por consiguiente, destruible.

Urge a los cubanos comprender que se trata de crímenes apuntalados por imaginarios socialmente peligrosos. Por eso no puede reducírseles al estatus del crimen común. Algunos pensadores han sugerido que hay una relación de proporcionalidad entre todas las discriminaciones; los crímenes de odio, en consecuencia, tienen su parentesco. Son un zarpazo del biopoder, el último recurso contra la visibilidad de las minorías que la dominación quiere eludir para conservar la vigencia de su mito de superioridad.

Un velo de silencio cubre en muchas ocasiones estos delitos, ¿cuánto cree que afecte a la sociedad cubana el poco conocimiento de estos lamentables hechos?

Alberto

Maykel González Vivero en la VI Conferencia Regional de ILGALAC

Maykel González Vivero en la VI Conferencia Regional de ILGALAC

El silencio es pernicioso para todas las personas, pero sobre todo cuando se les limita el acceso al conocimiento para prevenir estos delitos o denunciarlos, si lamentablemente ocurren. Considero esencial el conocimiento sobre esta problemática mientras persistan las asimetrías de poder en las relaciones humanas. Es imposible construir una sociedad regida por una cultura de paz, si no se conoce el delito de crimen de odio, cualesquiera sean sus causas.

Maykel

Ese silencio es cómplice del crimen de odio. A la primera agresión sucede otra: el mutismo de las víctimas. La sociedad cubana, por supuesto, se enajena de las verdaderas implicaciones de esta clase de crimen. Se dice “mataron a un maricón”, “golpearon a un travesti”, y nos enajenamos sin notarlo de la gravedad añadida. Lo peor es que algunos han llegado a creer que no se cometen crímenes de odio en Cuba. La sociedad, entonces, se desconoce a sí misma. ¿Cómo enfrentar un problema que “no existe”?

El asesinato reciente de hombres homosexuales ha posicionado esta problemática en algunos medios de prensa. ¿Cómo valora el tratamiento mediático del tema?

Alberto

Visibilizar esta problemática es esencial; sin embargo, la cobertura mediática se ha caracterizado por silenciar la legitimidad de las relaciones homosexuales y revictimizarlas como proclives a “crímenes pasionales”, a pesar de que las víctimas, en el último caso publicado, fueron una anciana y un niño. Llama la atención que los medios cubanos jamás se han pronunciado por los homicidios a mujeres heterosexuales perpetrados por sus parejas, que en mis tiempos como médico de urgencia veía con notable frecuencia.

No creo que Cuba tenga estadísticas preocupantes de crímenes de odio (aun si se tipificaran adecuadamente). Por fortuna, vivimos en un país bastante seguro, con bajos índices de criminalidad y violencia extrema, pero es un asunto sobre el cual debemos debatir y reflexionar profundamente para aminorarlo en extremo y mostrar esa parte oculta y oscura de nuestras vidas cotidianas.

Un memorial público a una mujer muerta por femicidio en Chile, 2007.

Un memorial público a una mujer muerta por femicidio en Chile, 2007.

Maykel

La justificación de evitar el sensacionalismo ha conducido a un tratamiento mediático sesgado, a veces paupérrimo. Se ha construido un discurso con énfasis en lo punitivo, que tiende a excitar la pretendida vocación justiciera de las muchedumbres.

Lamento que nuestros medios evadan un verdadero análisis de las circunstancias. Probablemente, esos asesinatos no se correspondan con el concepto de crimen de odio. Sin embargo, no lo sabremos. Carecemos de elementos para juzgar. Se revela muy poco. No se consigna en ninguna nota que la víctima fuera un homosexual. La pugna simbólica de las masculinidades se escapa a la competencia del redactor. Los lectores se quedan, entonces, con el esquema de un crimen que implica a homosexuales y será a la larga castigado. Este tratamiento no dilucida las circunstancias ni ayuda a prevenirlas.

Algunas personas opinan que muchos hombres homosexuales se convierten en diana fácil para delincuentes comunes ¿Qué cree al respecto?

Alberto

Sin dudas. Ser hombre homosexual implica una mayor vulnerabilidad a los crímenes de odio. Al igual que los hombres heterosexuales, tienen total dominio y visibilidad en el espacio público, pero la orientación erótica del deseo hacia personas del mismo género se sigue percibiendo desde nuestra cultura patriarcal como antisocial, inmoral; se les considera jerárquicamente como personas débiles y despreciables, que generan sentimientos y acciones discriminatorias violentas. El espacio geográfico que ocupan las personas homosexuales, en altas horas de la noche y en la madrugada, se caracteriza por la presencia de flujos de expresiones y prácticas sexuales que aumentan la vulnerabilidad a los crímenes de odio, por ejemplo: el ejercicio de la prostitución masculina y la coexistencia de delincuentes comunes y maleantes.

Maykel

Te refieres al estereotipo del homosexual obsesionado por el sexo e incluso seducido por la virilidad del bandido. Conozco, efectivamente, a homosexuales que han construido una identidad que participa de ese estereotipo. Ahora, este argumento me recuerda al que usa el machismo para explicarse la violencia sexual contra las mujeres: “ella se lo buscó”, “era una provocadora”, etc… Que algunos homosexuales se expongan no basta para comprender la recurrencia de estos episodios.

Son diana fácil también porque la masculinidad hegemónica los asume como sujetos inferiores y descartables.

A su juicio, ¿qué factores limitan el accionar de las autoridades cubanas respecto a los crímenes de odio y/o la violencia que sufren personas homosexuales y transgéneros en el país?

Alberto

Son dos grupos de factores principales: estructurales y culturales. Los estructurales son la ausencia de legislaciones que tipifiquen el delito y que se le considere una agravante, además de la ausencia de políticas de formación de recursos humanos en cuestiones de sexualidad, género, violencia de género, violencia sexual y violencia doméstica, que permitan una adecuada interpretación de cada caso y una mejor prevención, que en mi opinión es fundamental. Los factores culturales son los más complejos, puesto que tenemos naturalizada la violencia en nuestro imaginario y existe una pobre cultura jurídica y de derechos humanos en nuestra población, a pesar de contar con una estructura institucional potencialmente fuerte en este campo.

Policía Nacional Revolucionaria de Cuba

Policía Nacional Revolucionaria de Cuba

Maykel

En primer lugar, la ausencia de la noción de crimen de odio en nuestros códigos. No comprender bien las verdaderas implicaciones del asunto es una gran limitación.

Por otro lado, me preocupa cómo la policía suele someter a su turno a las víctimas a la violencia institucional. Cuando se desconoce la identidad de género de la persona agredida y se le interroga sin tener en cuenta que el ataque se produjo por transfobia, se comete otro acto violento, se acrecienta la primera violencia. A Jessica, una amiga transgénero, la interrogaron sin delicadeza como si fuera Daniel. Mientras duró el interrogatorio, las autoridades se dirigieron a ella en masculino. Luego la involucraron en una búsqueda infructuosa por las calles, cuando la víctima demandaba reposo y asistencia psicológica.

Se trata, a menudo, de crímenes de difícil solución porque no se originaron por una razón práctica. Si ocurrió en las calles, se torna difícil hallar a un agresor desconocido que actuó acuciado por el odio. Si esta singularidad fuera comprendida, creo que las autoridades podrían actuar con más eficacia.

¿Qué acciones pudieran contribuir a una respuesta más efectiva frente a la violencia homofóbica?

Alberto

Tipificar el delito de crimen de odio racista, homofóbico, misógino, transfóbico e incluirlo en nuestro código penal con agravantes en las sanciones.

Establecer un adecuado monitoreo de los crímenes de odio, con políticas institucionales transparentes que permitan identificar los crímenes de odio, prevenirlos y enfrentarlos desde la propia ciudadanía.

Formar recursos humanos y las acciones de abogacía que fortalezcan el papel del Estado cubano como garante del derecho a la vida y a la convivencia pacífica. Es crucial el uso del enfoque de género y el pleno reconocimiento de las sexualidades no heteronormativas.

Fomentar una cultura de derechos humanos y la adquisición de valores basados en una cultura de paz.

Crear espacios públicos seguros, libres de coerción policial y enfrentar las causas que generan la práctica de la prostitución masculina y la delincuencia.

Maykel

El desmonte, vehemente, perseverante, de la lógica que justifica la homofobia, la lesbofobia, la transfobia… Ese desmonte atañe a las escuelas, los medios, las familias. Ninguna de esas tres instancias apuesta ahora mismo por explicarse las relaciones simbólicas que soportan la violencia.

Al Estado corresponde proteger a las minorías con políticas explícitas y su trasunto legal. Nos faltan leyes que condenen la discriminación con enunciados prolijos y contundentes.

A las personas LGBTI corresponde visibilizarnos, constituir al fin un movimiento por nuestros derechos y trabajar entonces para situar nuestras demandas antidiscriminatorias y de protección legal en la agenda legislativa. Parece una empresa quimérica en nuestro país, donde no disfrutamos del derecho de asociación. A pesar de estos valladares, una conciencia de comunidad va construyéndose y eso conducirá, a la larga, a la consolidación de un movimiento por nuestra plena ciudadanía.

Tomado de SEMlac-Cuba – Diversidad Sexual

Acerca de proyectoarcoiris

este es un proyecto para promover la visibilidad de la comunidad LGBTQ de Cuba.
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